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sábado, 18 de octubre de 2025

Invocar el Vaticano II para fomentar huelgas

Artículo de 1967

  ¿Quién ha conferido a don Joaquín Ruiz-Giménez la facultad de invocar los textos del Concilio Vaticano II para la justificación y el fomento de las huelgas?

 La prensa, pero muy significativamente la revista «Destino» de Néstor Lujan, se hace eco del recurso visto ante el Tribunal Supremo por un asunto de despido, en el que actuó como abogado don Joaquín Ruiz Giménez. Este invocó el artículo segundó de la Ley de Principios del Movimiento Nacional—que tan frecuentemente olvida él en sus propagandas políticas—, por el que se declara que la legislación nacional se inspirará en la doctrina de la Iglesia.

 Según Ruiz Giménez, ha cambiado la doctrina de la Iglesia sobre la legitimidad y necesidad de la huelga cuando no hay otro camino para resolver los problemas obreros. El «Destino» de Néstor Lujan comenta: «Al abogado Ruiz Giménez le parece claro que hay en la sentencia recurrida una infracción de normas de rango constitucional

 A nosotros, también. Ya comprenderá «Destino» que no hay mucha fijeza en lo que parezca claro al señor Ruiz Giménez. Basta recordar que hace pocos años pedía la camisa azul y hacia elogios ardorosos de la Falange. Ahora, ¡para qué hablar! También le debe parecer claro propagar la «Populorum progresio», bien refocilado con sus credenciales patronales-capitalistas de bastantes Consejos de administración.

 Pero vayamos a lo de la huelga. La «Rerum novarum» llama a la huelga «mal frecuente y grave que perjudica no sólo a los patronos y a los mismos obreros, sino también al comercio y a los intereses del Estado». La «Cuadragésimo anno», de Pío XI, hace un elogio de la organización corporativa del Estado fascista de Mussolini, pues dice: «Igual que la unidad del cuerpo social no puede dejarse a la libre concurrencia de fuerzas.» Continúa Pío XI que por el nuevo orden corporativo de Italia «quedan prohibidas las huelgas; si las partes en litigio no se ponen de acuerdo, interviene la Magistratura. Con poco que se medite se podrá fácilmente ver cuántos beneficios reporta esta institución.

 Ciertamente que la Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual hace referencia a las huelgas con estas palabras: «En caso de conflictos económico-sociales hay que esforzarse por encontrar soluciones pacíficas. Aunque se ha de recurrir siempre a un sincero diálogo entre las partes, sin embargo, en la situación presente la huelga puede seguir siendo medio necesario, aunque extremo, para la defensa de los derechos y el logro de las aspiraciones justas de los trabajadores. Búsquense, con todo, cuanto antes caminos para negociar y para reanudar el diálogo conciliatorio.»

 No se necesita estar doctorado en ninguna disciplina especial para entender el sentido de la doctrina de la Iglesia sobre la huelga. El ideal de la Iglesia y del orden social cristiano es la concordia y las soluciones logradas con la negociación y estudio. En un Estado que no tenga regulado dicho estudio y negociación, por desgracia, puede llegar a ser necesaria la huelga. Este es el sentido de la doctrina de la Iglesia. El ideal es lo que dice la «Rerum novarum» y la «Quadragesimo anno». El Concilio habla de las situaciones de hecho de Estados carentes de estos órganos resolutivos. El ideal de la Iglesia y de su Moral es la moralidad de la mujer, pero de hecho los moralistas aceptan que un Estado, con sus debidas cautelas, puede tolerar la prostitución.  (…)

 Las huelgas, máxime en las circunstancias del mundo de hoy, y teniendo en cuenta la legislación española, difícilmente, en buena moral y con la doctrina conciliar en las manos, se podrán justificar. Primero, falta el «sincero diálogo entre las partes», el «esforzarse por encontrar soluciones pacíficas» y «buscar cuanto antes caminos para negociar y para reanudar el diálogo conciliatorio». Esto es lo que dice el Concilio. (…)

 ¿Cómo se permite que un letrado y ex ministro, a lo menos por los resúmenes que ha publicado la prensa, pueda presentar tan tendenciosamente un punto vital de la convivencia social? (…)

 Dice «Destino»: «Al señor Ruiz Giménez, como a nosotros, nos parecen claras unas cosas que, por lo visto, para otros no lo son tanto. O viceversa.» Se equivoca «Destino» una vez más. Las cosas son muy claras. La doctrina sobre las huelgas no es la que dice Ruiz Giménez ni «Destino», según la doctrina de la Iglesia. Los que piden huelgas y las fomentan son los locutores de Radio España Independiente. Y es la consigna de Santiago Carrillo en su libro «Nuevos enfoques a problemas de hoy».

 ¡Fíjense si están claras las cosas! Pero, vaya, confundir los textos del Concilio Vaticano II con los de Santiago Carrillo señala la auténtica pista de un señor Ruiz Giménez, que es el político español que ha recibido los máximos elogios del Secretario del Partido Comunista, de España publicados en el semanario comunista francés «France Nouvelle», de la semana 16-22 de diciembre de 1964.

 Ya ve «Destino» si vemos las cosas claras. Y si «Destino» en sus comentarios también aparece claro a qué clase de personajes patrocina. Brindamos esta interpretación documentada de la doctrina de la Iglesia sobre la huelga a aquellos magistrados que tengan que habérselas con señores letrados que se dediquen a «sermones» jurídicos y pseudoconciliares sobre la huelga.

 A. RECASENS SALVAT


Revista ¿QUÉ PASA? núm. 206, 9-Dic-1967

 


viernes, 10 de octubre de 2025

Crisis religiosa de Cataluña ya en el franquismo

 (Artículo de 1970) 

 LA PEOR CRISIS DE CATALUÑA

 De no repararse, se va a la suplantación del espíritu cristiano por el amoralismo y la pérdida de la fe

 (…) Cataluña, desde 1939, ha crecido en forma impresionante en su demografía, industria, riqueza, desarrollo financiero, tecnología, participación en órganos de gobierno, “boom” turístico, decisivo incremento editorial, acceso masivo a los estudios y especializaciones. Pero, en esta última década, de no repararse, se va rápidamente a la suplantación del espíritu cristiano, que forjó y se mantuvo firme en Cataluña, por el amoralismo, la pérdida de la fe y del seny catalán, empujado todo ello por los propios eclesiásticos que, por lo visto, gozan de patentes de corso para esta devastación.

 Nos limitaremos a un solo ejemplo, como símbolo de lo que viene ocurriendo impunemente en toda Cataluña. Por ahora, sin una voz episcopal que haga servir el báculo para el fin con que un día se le dio en su consagración episcopal. No se nos diga que desorbitamos un hecho concreto. Tales erupciones hoy se repiten en cadena en muchas sacristías, reuniones de matrimonios, “comisiones obreras” -encuadradas en ciertas parroquias- homilías, revistas, libros… Además, es por enésima vez que tales escándalos se vienen repitiendo sin que la mínima reacción pública haya impedido la reiteración.

 El tristemente famoso padre Jorge Llimona, capuchino, que se ha permitido desde “Destino” y desde “El Noticiero Universal” afirmar las más inverecundas y rabiosas anormalidades -que le hubieran descalificado en otro tiempo de la Iglesia-, recientemente en “Tele-Expres” del pasado de 27 de febrero, otra vez nos ha dejado un esquema de su mentalidad y de las ideas que propina, que Marcuse no dudaría en suscribir. He aquí el primer barrido de Jorge Llimona en estas declaraciones:

La revolución debe llevarse a cabo través de una actitud intelectual para llegar al hombre libre, solidario y justo. Un hombre que pueda desprenderse de los errores, del convencionalismo y del dogmatismo y hacer un hombre solidario, como nos ha enseñado la biología, donde todos seamos iguales, donde no existan las clases, donde todo hombre tenga las mismas posibilidades para desarrollarse”.

 Fíjese el lector cómo se reduce la condición humana a mera biología. Ni siquiera se concede al hombre una categoría cultural ni de moral natural. El gran libro de Jorge Llimona es la biología. Allí ha aprendido que todos somos iguales… ¡iguales como un elefante y una pulga!

 Llimona, como es corriente en estos días, delibera sobre el celibato sacerdotal, según sus anteojos, que no son los de Pablo VI, pues con todo descaro se permite afirmar:

El celibato es una cosa histórica. No forma parte del contenido de la Revelación ni tiene un contenido teológico”.

 Al preguntarle el periodista si el sacerdote no célibe tendría obstáculos para el ejercicio de su ministerio, el capuchino contesta con toda “frescura”:

Si para el desarrollo del hombre es mejor que se dé el hombre globalmente desarrollado o globalmente relacionado, entonces es ya relativo. Pero si es necesario el hombre especializado, entonces no. En este último caso es necesaria la existencia del célibe. Y ello no sólo para el sacerdote, sino que para el civil también vale. Creyente o no. Para aquel que se dedique a la investigación, a la ciencia o a la medicina, por ejemplo. Ahora bien, como este ser humano, hombre o mujer, tiene unas necesidades sexuales y de afecto, creo que las tiene que poder desarrollar con otras personas que se encuentran en la misma situación, que libremente se acepten. El hombre y la mujer deben encontrarse a través de la libertad y únicamente a través de ella”.

 Que un fraile capuchino se convierta en partidario de la fornicación, que lo publique en letras de molde en la prensa, y que no ocurra nada, es algo más que sintomático. Es la pérdida del sentido cristiano en la vida eclesiástica de Cataluña, pues tales disparates explícita o implícitamente, abierta o solapadamente, se vienen runruneando por compadres y gemelos de Jorge Llimona, con un escándalo tan serio que ya se ha hecho habitual y ha atrofiado toda capacidad de reacción, con grave perjuicio de la vida moral de nuestras ciudades y poblaciones.

 ¡Esto sí que es grave para Cataluña! Lo de la novela, teatro y “nova cançó” son aspectos que tienen sus vaivenes y ritmos. Pero que por los propios eclesiásticos, sin que la voz orientadora de la jerarquía tapone la boca y paralice la pluma de los Llimonas, que con apellidos catalanes y lengua catalana le están arrancando su fe, no tiene palabras con que denunciar estridentemente la villanía que se comete contra lo más sagrado de nuestra tierra.

 El doctor Torras i Bagés en la “Tradició Catalana” argumentaba que “todos los grandes pensadores catalanes hasta nuestros días han sido pensadores cristianos; si alguien ha resbalado en la herejía como Arnaldo de Vilanova (s. XIV), la cosa no ha pasado de un sueño de un hombre que se quiso levantar por los inmensos horizontes de la contemplación, sin tener bastante fuertes las alas de los principios de la divina revelación, pero la herejía, tantas veces vecina de Cataluña, jamás se ha metido en ella, y, si alguna vez ha llegado a penetrar, el carácter de los naturales, enemigos de todo delirio, ha hecho inútil la tentativa… es porque Cataluña era muy de veras y muy prácticamente cristiana. No sabemos lo que sucederá con la contemporánea masonería; pero no os parece que los prosélitos que hace no están entre los catalanes auténticos, sino principalmente entre aquella gente ligera, enamoradiza de todo lo que es nuevo, a quien gusta ser mona de los extranjeros, incapaces de comprender la excelencia de su imagen e ignorantes de su historia”.

 También Torras i Bagés se expresaba así: “Apagado por la masonería el sol de la revelación, se debilita la razón natural y las letras humanas quedan en las tinieblas; después del corto periodo del dominio de la fantasía, de la confusión de sentimientos, de la evaporación de los más delicados, generosos y enérgicos, el sentimiento decae y la delectación sensual o ocupa el lugar que antes tenía la noble y humanas satisfacción del sentimiento. El mundo de los sentimientos se hunde en ruinas; el espíritu no encuentra dónde descansar, como la paloma de la Sagrada Biblia no encontró donde reposar sin ensuciarse, y con tristeza busca otra vez refugio en el arca sagrada de la Religión. Desaparecido el sentimiento, se pierde uno de los más dulces lazos que unen a los hombres entre sí; la vida social llega a ser fatigosa para las almas bien templadas, y el mundo queda abandonado a los amadores de la sensualidad. El dogma del amor libre,  que la masonería ha aprendido de los animales, es la conculcación del verdadero amor y la profanación de un nombre honrado”.

 No sabemos qué diría el doctor Torras i Bagés, tan ligado al “Cercle Artistic de Sant Lluc” y vinculado con el gran artista Llimona, que un sucesor suyo en la consiliaría de tal institución artística y con el mismo apellido Llimona propugnara por las soluciones biológicas, por el relativismo, por la fornicación, ideales que, según el doctor Torras i Bagés, son los propios de la masonería, pero que esta vez no vienen alentados por “La Campana de Gracia” ni otros prohombres del catalanismo anti católicos. Esta vez, y Jorge Llimona es una legión, el amor libre, el materialismo y la descristianización vienen a través de un religioso que, además, goza de cargos de prensa, de audiencia pública y de tolerancias episcopales.

 Años atrás se hizo famosa la campaña “Volem bisbes catalans”. Quizá ha llegado ya la hora de que los seglares católicos de Cataluña pidamos a la Santa Sede obispos que defiendan la fe y la moral católica de los zarpazos de los lobos. Porque esto es, como cristianos, lo más esencial. Y como catalanes, los Jorge Llimona y sus mesnadas, consentidos y aupados, representan la disolución y termino de Cataluña, con su personalidad y con su alma. Lo que no se arregla con lágrimas de cocodrilo.

 Jaime TARRAGÓ

 

Revista FUERZA NUEVA, nº 168, 28-Mar-1970


miércoles, 8 de octubre de 2025

Blas Piñar contra la apertura del presidente Arias (1974)

 Famoso editorial de FUERZA NUEVA que marcó su ruptura con la política aperturista del presidente Arias, al final del franquismo

 SEÑOR PRESIDENTE

 Bien sabe Dios que nos duele el alma al tomar la pluma para escribir lo que sigue. La tentación que se escurre zalamera, invitando al silencio y a la comodidad de la murmuración irresponsable, ha tratado de amordazar la pluma -que tiene su lenguaje escrito- y dejarla inoperante sobre la mesa. Pero hay que vencer la tentación de las omisiones. Es preciso alejarse, cuando llega la hora difícil de los canes mudos y de la música frívola y alquilada que pretende desorientar y aturdir, para que no se oigan ni la voz amenazante del enemigo despiadado que avanza con dinamita, haciendo correr la sangre, ni el grito de dolor cientos de miles de españoles sacrificados por una causa nobilísima que ahora se vilipendia y escarnece. No podemos callar, por dura que sea la medida que contra nosotros pueda arbitrarse.

 Señor presidente: usted nos ha aludido, sin nombrarnos, unas veces en exclusiva, y otras, quizá, englobándonos en un abanico más abierto de acusaciones generales, en sus declaraciones a la Agencia oficial EFE, publicadas el pasado día 11. Nosotros, que estamos acostumbrados a recibir golpes y a encajarlos, nos damos públicamente por aludidos.

 Señor presidente: desde el 12 de febrero, desde su discurso ante el pleno de las Cortes, discurso que nosotros no aplaudimos, viene usted aireando una política de democratización del país, apelando a la mayoría de edad, propugnando el asociacionismo como cauce de participación política, haciendo profesión de fe y de lealtad al futuro y equiparando los maximalismos de uno y otro signo.

 Señor presidente: nosotros creíamos, de acuerdo con las Leyes Fundamentales del Estado -de las que por razón de su alta magistratura debe ser usted un servidor ejemplar- que España, según tantas veces ha dicho y recordado Francisco Franco, artífice del Régimen, era una democracia orgánica, por lo que, siendo democracia, el proyecto de democratización que usted propugna no puede ser otro que su transformación en una democracia inorgánica y liberal, que nosotros rechazamos.

 Señor presidente: nosotros creíamos que el pueblo español había alcanzado su mayoría de edad hace muchísimo tiempo, cuando los Reyes Católicos crearon la nación y pusieron un Estado a su servicio; y que esa mayoría de edad, el pueblo español -del que tanto se habla y al que tan poco se respeta- la ha confirmado, ratificado y revalidado en numerosas ocasiones, y últimamente optando por lucha armada y por un derroche de heroísmo, a fin de mantener su unidad, su grandeza y su libertad, durante los años de la Cruzada, de la que fue conductor Francisco Franco.

 Señor presidente: nosotros creíamos que la unidad no era la uniformidad, pero también creemos que la diversidad no es la dispersión, y menos aún el enfrentamiento, y que, por lo mismo, ni la solución política del partido único ni la solución política de la multiplicidad de partidos eran la nuestra, porque la nuestra, conforme a las doctrinas del Tradicionalismo y de la Falange -que nació como antipartido-, está en el Movimiento, haz de Principios Fundamentales y organización, de tal manera que aquéllos sin ésta se volatilizan, y ésta sin aquéllos se reduce a burocracia y nómina. Por eso, señor presidente, nosotros, que hemos oído en tantas ocasiones decir al Jefe del Estado y del propio Movimiento que en éste son indispensables las ideas, la estructura, la disciplina y el Jefe, no acertamos a comprender la posibilidad de asociaciones políticas identificadas -salvo en el nombre- con los partidos políticos, ni entendemos cómo las mismas, tal y como usted las define, pueden coordinarse con el Movimiento definido por Francisco Franco.

  Señor presidente: nosotros creíamos que el futuro o es una consecuencia del pasado o es una ruptura con el mismo. Pero no entendemos, o quizá nos sorprende entender, lo que usted ha querido decir con esa proclamación repetitiva, por utilizar una de sus palabras, de lealtad al futuro, que por sí solo es el vacío y que, de no serlo, usted no califica como la perfección y el normal y homogéneo desarrollo de un sistema político cuyo nacimiento, viabilidad y vitalidad arrancan de los ideales y las banderas que los signan, del 18 de Julio.

 Señor presidente: nosotros creíamos que el maximalismo de cierto signo, el que usted, sin duda, nos atribuye, no era malo ni autoexcluyente. Me gustaría que usted señalase un sólo párrafo de nuestros discursos, conferencias o artículos en el que nos hayamos colocado en la heterodoxia doctrinal del Régimen, en que hayamos atacado alguna de las Leyes Fundamentales y en especial los Principios del Movimiento, en que hayamos exaltado a alguno de sus enemigos o minimizado o despreciado a los que nos dieron la doctrina y el ejemplo. Por eso, no entendemos y rechazamos que usted, tomando palabras ajenas, nos ponga en el mismo lugar y nos equipare con ETA y con el Partido Comunista.

 Señor presidente: nosotros creemos y seguimos creyendo que usted actúa de buena fe, que trata de servir a España en esta hora incierta, y que, por tanto, no actúa movido por “ambiciones personales que, como es lógico, siempre tenderían a revestirse de coartadas ideológicas”. ¿Por qué públicamente -y como contraste- nos echa en cara ambiciones personales a los que no comulgamos ni con sus ideas ni con su programa? ¿Es así como entiende usted el pluralismo político, la democratización y la mayoría de edad del pueblo español? ¿Por qué nos ofende desde su puesto de gobernante? Admito que usted nos crea equivocados. Pero que nos dejemos llevar de ambiciones personales los que venimos escuchando insultos, calumnias, difamaciones, prohibiciones y amenazas por mantener unas ideas que consideramos consustanciales con España, es inadmisible. Usted ha hecho esa declaración que nos duele; pero el estilo no es suyo; debe ser de un amanuense distinguido y retórico que cuela lo que más le acomoda.

 Señor presidente: usted, sin duda, se refiere a nosotros cuando habla de la “incomprensión y reticencia en algunos sectores proclives a anclarse en la nostalgia” y nos imputa un “intento monopolizador”. Es una pena que su amanuense no haya encontrado frases más originales y distanciadas de las que acostumbra a usar en escritos no oficializados. Son las frases de los que nos increpan a diario. Pero usted sabe que, si hay nostalgia entre nosotros – que, por otra parte, no deja de ser un sentimiento respetable-, es por la paz que estamos perdiendo; por el orden moral que hoy se quebranta; por la tranquilidad de los españoles, que se ha transformado en zozobra; por las vidas no sólo de los que velan por la seguridad de los ciudadanos, sino de los ciudadanos que caen sin otras lamentaciones que las puramente verbales y el consabido eslogan publicitario de serenidad y democracia; por el honor del país, quebrantado en tantas latitudes y de tantas maneras, sin una reacción gallarda que nos alcance el respeto que la nación y el pueblo, tan “mayor de edad”, merecen y exigen.

 Señor presidente: usted, al aludir a las fórmulas apriorísticas de incorporación de la juventud a las tareas nacionales, al referirse a “equívocas atribuciones de representatividad” por parte de un sector más o menos controlado y dirigido, ha dado un golpe rudo y exterminador a una de las obras, no por deteriorada menos querida del Movimiento: la Organización Juvenil. Usted la ha descalificado, abrogado con lenguaje oficial, discriminado ante la opinión pública. Si usted ha sido capaz de comportarse así con algo tan querido de Franco, tan metido en la entraña del Sistema, tan vinculado a la Secretaría General y a un ministro de su Gobierno, cómo pueden extrañarnos los piropos que nos dirige en sus declaraciones a la Agencia EFE?

 Señor presidente: tenga la seguridad de que nosotros no tenemos ningún propósito monopolizador y que, desde luego, no monopolizamos la verdad. La verdad es demasiado grande para que nosotros la poseamos y la monopolicemos. Lo hemos dicho muchas veces: es la verdad -la que nos hace libres y, por tanto, dignos- la que nos posee a nosotros, y a la que nosotros, llenos de imperfecciones, modestamente pero ardorosamente, servimos. En cualquier caso, aunque sería un mayúsculo e inalcanzable propósito el de monopolizar la verdad, sería más disculpable que monopolizar de hecho el error, acumular errores tras errores, corrompe el alma del país, dejarlo a la intemperie, y obligarle o a rehacer su historia combatiendo o a sumirse en la esclavitud y la barbarie sin esperanza.

 Señor presidente: no le preocupe demasiado si nuestra posición y nuestra manera de pensar son “legítimos en el ancho espectro del deseable pluralismo político”, porque, como usted dice acertadamente, tal posición y tal manera de pensar son incompatibles con las responsabilidades públicas asumidas por el Gobierno”. Estamos convencidos. Pero fíjese bien: es usted, y no nosotros, el que nos arroja a la cara la incompatibilidad, el que nos excluye, el que niega que podamos ser escuchados y atendidos si tuviéramos razón. Si nuestra actitud “no interfiere ni puede interferir la acción del Gobierno”, es usted el que nos elimina: el que después de llamarnos maximalistas y ponernos en el mismo lugar que a los asesinos de Carrero Blanco, de taxistas, policías, guardias civiles y ciudadanos de toda clase y condición, nos rechaza olímpicamente, públicamente, oficialmente y con desprecio.

 Señor presidente: muchas gracias, porque la claridad ilumina y hace que las decisiones se tomen sin dudas ni inquietud. Nos autoexcluimos de su política. No podemos, después de lo que ha dicho, colaborar con usted, ni siquiera en la oposición. No renunciamos a combatir por España, pero hemos comprendido que nuestro puesto no está en una trinchera dentro de la cual se dispara contra nosotros y se airean y enarbolan estandartes adversarios.

 Señor presidente: en un diario catalán que no se destaca precisamente por su adhesión al Régimen se decía: “Arias ha mojado su dedo índice, lo ha levantado y ha dicho “Por ahí”. Pues bien, nosotros no queremos ni obedecerle ni acompañarle. Pero fíjese bien en quiénes le acompañan y adonde le acompañan. Piense si le dirigen o le empujan. Y no se lamente al final si contempla cómo ese tipo de democratización que tanto urge se levanta sobre una legión de cadáveres, de los que son anuncio y adelanto, cuando esa democratización se inicia, los que se sacaron de los escombros el 13 de septiembre, del corazón mismo de la capital de España (*)


 Revista FUERZA NUEVA, nº 40328-Sep-1974

 

(*) Atentado con bomba de ETA en la cafetería Rolando en la calle del Correo (Madrid) que causó 13 asesinados y 70 heridos, el 13-9-1974

martes, 30 de septiembre de 2025

Subversión estudiantil en el franquismo; desaparición del S.E.U.

 (Artículo de 1970)

 ¿Qué quieren los estudiantes?

 Nosotros, ustedes, todo el mundo en España se ha hecho, de años a esta parte, la pregunta: ¿qué es lo que quieren los estudiantes? El problema, suscitado por las continuas revueltas universitarias, ha pasado a la prensa, salta a las tribunas públicas y es objeto de estudios y ensayos por parte de intelectuales, sociólogos y escritores, quienes tratan de hallar una explicación correcta y congruente a la permanente inquietud en la Universidad.

 Al comienzo se dijo que lo que querían era razonable, que había que escucharles, dialogar. Se trataba simplemente de acabar con el monopolio del S.E.U. Cuando, a base de huelgas y conflictos continuos, consiguieron, con la complicidad de muchos, tirar el S.E.U. por la ventana, los escándalos en las Facultades continuaron. Entonces se dijo que esto era natural, que los estudiantes llevaban razón al seguir el alboroto, puesto que acabado el S.E.U. había que organizar las Asociaciones Estudiantiles que lo sustituyeran. Se publicaron las oportunas disposiciones sobre asociaciones, se reglamentaron éstas, se intentó la celebración de elecciones a todos los niveles, pero el escándalo de una Universidad que no rinde trabajo ni esfuerzo alguno constructivo, siguió.

 Como tras cada algarada quedaba de residuo una serie de sanciones disciplinarias y gubernativas sobre algunos estudiantes, los alborotos continuaron, dándosenos entonces la explicación de que con una amplia amnistía todo quedaría en paz. Como, por otra parte, algunos catedráticos y autoridades académicas hicieron causa común con los huelguistas, el asunto amnistía fue el caballo de batalla de los cursos siguientes. Todo, al parecer, consistía en un problema más o menos politizado pero exclusivo de la Universidad. Si alguien dio la voz de alarma se le calló pronto con el estribillo de que todo era natural dentro del marco evolutivo de un Régimen que estaba evolucionando a su vez o, simplemente, se pensó que los preocupados con el problema eran demasiado “alarmistas”.

 Poco a poco, pero de forma continua, sin pausas, los estudiantes, saliendo de sus Universidades, hicieron acto de presencia en manifestaciones delictivas. Y así, se les pudo detectar en intentos de manifestaciones con motivos de conflictos laborales o en determinadas fechas, como el primero de mayo. Entonces se les podía oír el grito estentóreo, que pronto se popularizó, de “obreros y estudiantes”. Se clausuraban Universidades, se adelantaban vacaciones o exámenes y así, con el sistema de la “chapuza”, se pensó por los tontos de siempre que el foco subversivo se iba a limitar o resolver.

 Surgieron las asambleas a todos los niveles, organizadas por los de siempre, estudiantes que ni estudian ni les importa estudiar. Si éstas se prohibían, huelga; si se permitían, no se dejaba hablar a los pocos conscientes alumnos que deseaban trabajar en paz y, a la salida de las mismas, rotura de cristales, piedras contra los vehículos aparcados en el campus, contra la fuerza pública, bloqueo de calles, etcétera. Un paso más en la escalada del escándalo lo constituyó el empleo de aulas y paraninfos como tribunas para artistas e intelectuales conocidos por sus tendencias marxistas o por su actitud contra el Régimen. A la salida de estos actos, casi siempre no autorizados, intentos de manifestación, repetición de rotura de material docente, ataques a la fuerza pública y como secuela y motivo de la algarada, en los días siguientes, detenciones, expedientes y la consabida petición de amnistía.

 Ante el desconcierto y la pusilanimidad de las autoridades académicas y las órdenes de actuar con mesura para evitar “mártires”, la escalada siguió “in crescendo” y culminó en algunos centros con intentos de defenestración de decanos y rectores. De nuevo clausuras de Centros con la intención de “el curso siguiente veremos”.

 Pero al curso siguiente las cosas comenzaron de nuevo, con más intensidad, si cabe, que en el anterior. Con mejores tácticas, aprendidas en contactos con fuerzas marxistas durante las vacaciones, comenzaron a actuar los “comandos” de estudiantes, quienes abandonando sus propios terrenos docentes hacen irrupción en diversos sectores de la ciudad, sincronizando su actuación con las de otros grupos en sectores más alejados. Ya se observa una mayor perfección en las actuaciones. La Fuerza Pública, que hasta entonces había sido temida por los alborotadores, es atacada en plena calle y comienzan a surgir aquí y allá heridos y contusos entre ambos bandos.

 Ya la gente no se pregunta: ¿qué quieren los estudiantes? Es un secreto a voces que lo que quieren, y el ciudadano corriente lo lleva sospechando hace tiempo, mientras el interesado en la revuelta lo sabía desde el comienzo pero lo disimulaba, es acabar con el Régimen e intentar la “felicidad” de todos a través de un Estado comunista. Para ello se conectan las acciones estudiantiles con las huelgas en curso y cualquier acto represivo de las Autoridades no consigue más que avivar el odio a lo establecido. Tras cada episodio de estos vuelven a surgir las pancartas y gritos de amnistía. Los juicios públicos ante los Tribunales se orquestan con gritos e intentos de alboroto.

 Vista la impotencia de las autoridades académicas para mantener el orden y garantizar la normalidad docente, entra la Fuerza Pública en la Universidad. La ocasión se aprovecha, como se tenía previsto, y los alborotos se multiplican ahora con un motivo que suele ser popular entre estudiantes, aun los neutrales: ¡Que se retire la policía de la Universidad! Claro está que si se consigue esto tampoco volverá la paz a los “campus” universitarios, porque entonces se insistiría en cualquier otra cuestión. A las consignas de amnistía para los estudiantes expedientados o procesados se le imprime una tendencia nueva, pero no inesperada: Amnistía para los presos políticos. Y la vida universitaria sigue lánguida, con inasistencia a las clases y la Universidad en poder de una minoría conocida, audaz y marxista.

 Si usted, lector, o cualquiera, todavía se sigue preguntando qué es lo que quieren los estudiantes, nosotros, resumida y gráficamente, se lo vamos a enseñar: QUE NADIE SE LLAME A ENGAÑO.

 Revista FUERZA NUEVA, nº 168, 28-Mar-1970 

*********

El sepelio del S.E.U. (Sindicato Español Universitario) 

  Sepelio

 Cuando las primeras algaradas universitarias se produjeron en una España en paz y pleno progreso (*), hubo quienes pensaron que no les faltaba razón a los estudiantes para promover y fomentar sus actividades huelguísticas dirigidas a acabar con el “monopolio” del SEU. Entre la incomprensión de unos, el olvido de otros y la desidia de los más, se enterró al SEU con un suspiro de alivio, ya que -se pensaba- quitada la causa, todo volvería a sus cauces.

 Pero la realidad ha sido otra. Ningún proyecto de asociación estudiantil meramente profesional ha encontrado auténtico eco en las filas universitarias, y una vez conseguido el triunfo sobre el SEU se comenzó la escalada a la que todos estamos asistiendo (1970), en la que, ya sin disfraz, las posiciones se clarifican en cuanto está demostrado que los estudiantes han sido utilizados por tirios y troyanos para fines políticos de marcado carácter comunista.

 El SEU desapareció y, tras él, germinaron clausuras continuas de Facultades; la Policía en los centros docentes; y el cuadro vergonzoso de una Universidad que no funciona, en medio de un país al que le cuesta mucho dinero mantenerla, y en permanente disparidad con el gran esfuerzo productor de todos los estamentos de la nación.

 Ahora cabe preguntarse si una actitud enérgica por parte de quienes pudieron mantenerla, no hubiese sido preferible a este ir cediendo cuesta abajo sin mayor provecho. O, lo que es peor, en provecho de los que, amparados en determinadas impunidades, jalearon, estimularon y avivaron las llamas del incendio que hoy lamentamos. (…) 

Lo malo es que, como los entierros de verdad, sólo se aprecian las virtudes del muerto cuando va camino de la fosa.

Revista FUERZA NUEVA, nº 167, 21-Mar-1970 

(*) Años 50 del siglo XX

viernes, 26 de septiembre de 2025

Sobre el derecho de presentación de los obispos

 Artículo de 1967

 ¡MENOS CUENTO, SEÑORES!

LA VERDAD SOBRE EL DERECHO DE PRESENTACION DE LOS OBISPOS

 Como hay quienes vienen insistiendo todavía en la necesidad de que el Gobierno español renuncie a su derecho de presentación a la Santa Sede de los presuntos candidatos al Episcopado, no sé si por ignorancia, aunque ya se ha tratado de esto varias veces, o por jugar a la oposición a nuestro Régimen, parece oportuno insistir también en la revista ¿QUE PASA?, que está desposada con la verdad y comprometida a llamar las cosas por su nombre, dedicando unas líneas a poner en claro ese mal llamado derecho de presentación.

 En tiempos de la Monarquía existía un auténtico derecho de presentación. El Gobierno presentaba un candidato a la Santa Sede para una Diócesis determinada, y la Santa Sede, después de unas rigurosas informaciones, lo aceptaba o lo rechazaba sin más explicaciones. En este segundo caso, el Gobierno presentaba un nuevo candidato, que seguía los mismos trámites que el anterior.

 En la actualidad (1967), se trata de un simulacro de presentación. Véase en qué consiste. Producida una vacante en el Episcopado, el Nuncio se presenta en el Ministerio de Asuntos Exteriores y propone al Ministro tres candidatos, que son de su agrado y que serán, por consiguiente, de! agrado de la Santa Sede. El Ministro propone otros tres, también de su agrado. Con unos y otros se forma una seisena de candidatos que se propone a la Santa Sede. No le cuesta trabajo a la Nunciatura, y así se viene haciendo después del Convenio, comunicar a la Santa Sede cuáles son los tres candidatos que ha propuesto el Nuncio y esos tres, en forma de terna, son los tres que la Santa Sede presenta al Jefe del Estado español para que elija al que le parezca y lo presente a la Santa Sede.

 En esto sencillamente consiste la tan cacareada presentación. Puede ocurrir, y de hecho siempre viene ocurriendo después del Convenio, que la Santa Sede proponga al Jefe del Estado español los tres que son del agrado del Nuncio, en cuyo caso siempre viene obligado el Jefe del Estado a presentar a la Santa Sede uno de los tres. De esta forma queda excluida toda posibilidad de que el Jefe del Estado pueda presentar a la Santa Sede ninguno de los tres candidatos propuestos por el Ministro de Asuntos Exteriores. Y todavía hay más en el Convenio. Si la Santa Sede tiene interés por algún candidato, que no figura en la seisena presentada por la Nunciatura, puede prescindir de esa seisena y formar una nueva terna que sea presentada al Jefe del Estado.

¡Pues contra esta simulada presentación es contra la que se viene levantando tan clamoroso vocerío!

 Si esta simulada presentación «vigente» difiere tan esencialmente de la que existía en tiempos de la Monarquía, ¿no parece que esto sea una forma de oposición a nuestro actual Régimen? A mi juicio, hace bien el Gobierno en hacerse el sordo a esta clamorosa oposición.

 El último Nuncio, Mons. Riberi. tenía meses enteros vacante una Diócesis por resistirse a dar estos pasos, que son, como queda escrito bien fáciles de dar. Por eso se ha marchado de España sin pena ni gloria. Le despidió en el aeropuerto de Barajas el personal de la Nunciatura y el reducidísimo del Ministerio. No dejó en España un solo amigo. Ni él quería a España, ni España le quería a él. Creo que ha sido el Nuncio que ha dejado en España el peor

recuerdo. Ni siquiera los curas progresistas, que eran los únicos a quienes recibía, acudieron a despedirle. Un articulista de la revista jesuítica «Razón y Fe», que le dedicó, al despedirse, una desafortunada «necrología», afirmaba que le habían hecho el vacío los españoles. El vacío era él mismo quien se lo había hecho. El que le ha sucedido (Dadaglio, 1967) no creemos que siga el mismo camino. Tenemos de él los mejores informes. Y pedimos a Dios, que los confirme con sus hechos. Esperamos que los confirmará. (*)

 JUAN BUENO SALVAT


Revista ¿QUÉ PASA? núm. 205, 2-Dic-1967


(*) Resultaría el nuevo nuncio Dadaglio (1967-1981) aun más desastroso que el nuncio Riberi, agravado por su larga estancia en España.

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Demócratas que anteriormente militaron en el “Búnquer”

 Artículo de 1970

 “Ruiz Giménez”

 (…) Nosotros no ponemos en duda las cualidades de don Joaquín Ruiz-Giménez y no nos atreveríamos a decir que engañe a nadie, pero que ha sufrido metamorfosis, desde luego, parece comprobado. Recordamos algunas frases de otros tiempos de Ruiz-Giménez que dudamos suscribiera actualmente. Por ejemplo, ahí van estas pronunciadas textualmente por él mismo:

 25-5-1945. En el Paraninfo de la Universidad de Deusto: “España… en estos momentos, sostiene la cuádruple antorcha de la verdad, la justicia, el amor y la verdadera confraternidad, puede ser y debe ser ahora o nunca la vanguardia de la Cristiandad”.

 25-7-1947. En el acto en que se le impone la Gran Cruz de Isabel la Católica: “Reitera Joaquín Ruiz-Giménez su adhesión al Jefe del Estado (Franco), a quien –dice- sirvió en la guerra como un soldado más, a quien hoy en la paz quiere servir con la misma lealtad y la misma incondicionalidad” (referencia de Prensa).

 13-4-1945. Al imponerle la condecoración chilena de Higgins: “En este costado de la Ciudad Universitaria, regada por la sangre de millares de españoles que se sacrificaron por una España mejor, por una Hispanidad más ardiente, por un mundo mejor” (de la Prensa).

 En “Arriba” del 18 de julio de 1952. “El 18 de julio significó el punto de arranque de una nueva posibilidad cultural: la de conjugar los más altos valores del pensamiento y del ser español con las inquietudes y las técnicas del hombre contemporáneo”.

 24-7-1948. En la presentación de cartas credenciales en el Vaticano: “En mis cartas credenciales late, beatísimo Padre, todo el iluminado anhelo de una juventud que, a precio de heroísmo y de martirio supo cerrar varonilmente un periodo triste de la historia de mi Patria y rescatar el derecho a estar en vanguardia de la defensa de la única y verdadera Iglesia de Cristo”.

 16-7-1953. En la clausura del primer turno del Campamento “Juan de Austria” del Frente de Juventudes: “Los Juanes de Austria se están formando bajo estas camisas azules y estas boinas rojas que la Falange ha hecho”.

 10-3-1953. En la entrega de insignias al Gobernador de Baleares, Rodríguez Valcárcel: “Le señaló luego como prototipo del hombre auténtico de la Falange, que, por sentir profundamente y entrañablemente el dolor y al mismo tiempo la esperanza de España…”

 4-5-1952. “Gloso la figura del Caudillo, modelo de patriotas y ejemplo para todos los alumnos allí reunidos…”

 7-10-1952. En la apertura del curso en la Universidad de Barcelona: “Opuso frente al equívoco de las “dos Españas” y al peligro de la “tercera España”, cuál debería ser el sentido de la integración: la unidad moral que reclamaba Cajal, aquella unidad profunda que sentía don Marcelino, el patriotismo profundo proclamado por Unamuno, el que defendió Basterra, el que sintió José Antonio…”

 11-3-1953. En la imposición de una cruz a Lorenzo Riber: “Esta España que, contra todos los infundios antidemocráticos ha hecho posible que el hombre de la tierra, el más humilde pueda subir hasta las más altas empresas de las letras, de la política, del heroísmo”.

 2-3-1952. En el Consejo de Delegados locales de la Falange: “Tenemos fe ciega en la ayuda de Dios y tenemos fe ciega en la fortaleza de ese Caudillo que Dios ha puesto al frente de España, para ganar primero su batalla interior, y quién sabe si para acaudillar, luego, batallas internacionales de más alto rango”.

 28-5-1953. En el Pleno del Consejo del Frente de Juventudes: “Yo entré en lo que representa como ilusión, esfuerzo y esperanza en la Falange, a través del S.E.U., y por esta puerta estoy con el Frente de Juventudes… Estamos unidos en una misma empresa… El día en que una gran mayoría de nuestro profesorado se nutra con los hombres formados en vuestro espíritu y en vuestras filas, ese día será un día grande para la Historia de España… Por todo estoy con vosotros, y si la prueba mayor que puede dar un hombre por sus amigos es dar la vida por ellos, se podría decir que una gran prueba de amor por el Frente de Juventudes es entregarle ese pedazo de vida nuestra que son nuestros hijos. Pues bien, hace unas horas, mi hijo mayor me pedía permiso para ir este verano a un campamento del Frente de Juventudes, y al decirle que sí, os daba la mejor prueba de mí solidaridad y de mi cariño”. (…)

 ****

… “Radio España Independiente”, en 2 de noviembre de 1967, transmitía unas declaraciones de Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista de España, en las que coincidía con Jiménez de Parga en sus fervores por Joaquín Ruiz-Giménez, pues se relamía así: “Los comunistas consideramos una aportación de gran valor el programa publicado por don Joaquín Ruiz-Giménez en nombre del grupo de “Cuadernos para el Diálogo”, programa que presenta grandes coincidencias con nuestras propias concepciones sobre el porvenir de una democracia política y económica en España (…)

 Jaime TARRAGÓ


 Revista FUERZA NUEVA, nº 165, 7-Mar-1970

sábado, 20 de septiembre de 2025

Carlistas “separados” dialogaban (1)

 (Artículo de 1967)

 ¿QUIÉN ES EL ÚLTIMO MAROTO?

 Por ROBERTO G. BAYOD PALLARES

 ¡Las cartas boca arriba!

 Sí, carlistas, habrá más documentos boca arriba; pero se irán poniendo de manifiesto cuando las circunstancias lo aconsejen.

 En el número 202 se puso la primera piedra sobre la que gira toda la depuración que un nutrido grupo de carlistas, fieles a la doctrina permanente del carlismo y fieles a la dinastía legítima de los Borbón-Parma, pretendemos.

 En el número 204, pendiente de publicar cuando escribimos estas cuartillas, se insertarán las primeras reacciones «oficiales» y algún que otro comentario.

 Esperamos que no tardará en llegar el momento en que demos la contestación y explicación a la NOTA ACLARATORIA que muchos estupendos carlistas nos piden. Entre tanto se van almacenando las impresiones que darán beneficioso fruto.

 Hasta que llegue ese día, queremos explicar algunos puntos que nos piden los lectores «quepasistas». 

A) Maroto, el traidor— Es el prototipo de la traición carlista. Fue elevado a general jefe superior del ejército carlista en el Norte de España. Desde su nombramiento planeó la rendición de las fuerzas carlistas a las isabelinas. ¡Todos advirtieron la maniobra, pero era ya tarde! (Dice un historiador.) Para perpetrar su traición, ordenó fusilar a varios generales adictos a Carlos V y colocó a quienes eran sus aliados. Con el general liberal Espartero pactó en Vergara y entregó el ejército de la Tradición a la Reina liberal.

 ¿Explicación? Los dos generales eran masones. ¿Cómo no se dieron cuenta a tiempo?

 B) Marotos anteriores a Maroto.—Decíamos que la traición del tristemente célebre Maroto no fue la primera. Se nos pregunta cuál consideramos la matriz de las traiciones al tradicionalismo español. Lo fueron el obispo D. Oppas y el conde don Julián, que se aliaron con el enemigo de la cristiandad de aquella época, con la «Media Luna». Esta alianza quería frustrar la unidad católica de España, al igual que las traiciones posteriores.

 C) Procedentes del integrismo.—Se nos reprocha la aparente defectuosa información aparecida en los comentarios del número 202, que dio lugar a esta cuestión. Como consecuencia de que se suprimieron dos párrafos del original, al efectuar la composición apareció que Zamanillo y Valiente procedían ambos del integrismo. Fue un lapsus de composición y no de información. En el original eran Zamanillo y Fal-Conde,

 D) La unión de los carlistas.—También ha habido quien ha dicho que el carlismo está desunido. Nada más lejos de la realidad. Lo que sucede es que quienes tal afirman o suponen, desconocen que en los grupos humanos sólo hay unanimidad en los momentos graves de la Historia. Es una señal de vitalidad la discrepancia, cuando no sea automática u sistemática. El pueblo carlista, que en realidad es lo que más importa, sigue unido entre sí. La unión la demuestra solamente cuando es preciso, tal como en el acto grandioso de Montejurra, en el que se borran «los contrastes de pareceres»

 ¿Qué es el carlismo?

 Para comprender qué se entiende por desviacionismo y qué por falsos carlistas o neocarlistas, es preciso que nuestros lectores sepan o recuerden qué se entiende por verdadero carlismo o, como diría un amigo mío, por CARLISMO-CARLISTA. Sin perjuicio de que algún día nos extendamos en esta materia, hoy contribuimos a fijar sanas ideas con algunas frases de los creadores de la doctrina tradicionalista y de quienes han tenido autoridad para defender y propagar una ideología enraizada en la esencia del ser español.

 Que nuestros lectores mediten ampliamente cada una de las siguientes fases hasta llegar a esa estupenda revelación que nos hace don Francisco López Sanz al tratar de los móviles de la Cruzada en su obra de «Un millón de muertos..., pero con héroes y mártires»:

 «Si la dinastía legítima que os ha servido de faro providencial estuviera llamada a extinguirse, la dinastía de mis admirados carlistas, los españoles por excelencia, no se extinguirá jamás» (Carlos VII).

 ¡Maravillosa visión política! Al contemplar la realidad futura su hermano don Alfonso Carlos I, completó la frase con estas otras palabras:

 «Hay un derecho sagrado que jamás prescribe en los pueblos, y es el supremo derecho, que la Tradición Española concede más de una vez, de otorgar el príncipe que sepa representar dignamente la causa de la Patria, que es la causa de la fe y de aquellas gloriosas tradiciones que nuestra Comunión supo encauzar siempre por encima de todas las mudanzas de la Historia» (Alfonso Carlos I).

 El propio Don Alfonso Carlos nos define la Monarquía carlista diciendo que:

 «Es fundamentalmente opuesta a la Monarquía liberal, democrática, parlamentaria, centralista y constitucionalista» (Alfonso Carlos I).

 Para constituir esa antítesis de la Monarquía liberal no hay que recurrir a instituciones ni regímenes europeos, sino que:

 «En España será inútil buscar la salvación de la Patria si el nuevo edificio político no se labra con materiales sacados de la secular cantera de la tradición histórica» (Alfonso Carlos I).

 Los falsos carlistas pretenden instituir una Monarquía tradicional con moldes socialistas europeos que no encajan en nuestras esencias históricas

 «Nuestra bandera (la del carlismo) es muy anterior a los Reyes carlistas, que nada pudieron darle ni quitarle, sino que recibieron de ella los derechos a la sucesión dinástica» (R. Nocedal).

 Concuerda esta doctrina con la que décadas más tarde había de confirmar Don Alfonso Carlos. En efecto, la dinastía del pueblo español es la que tiene una ideología política permanente, que llamamos carlismo, la que hacen suya, apoyan y difunden los Reyes carlistas, y es entonces cuando reciben el derecho a la sucesión dinástica. Nada hay tan original en las teorías políticas y tan fundadas en el derecho natural de los pueblos. También

Vicente Marrero concuerda, según esta frase:

 «El Rey carlista era un órgano, un elemento, una institución que se encargó de guardar la tradición y transmitirla de generación en generación.»

 Idéntico es él significado de la siguiente frase:

 «Si muere el carlismo, la España de nuestros padres morirá con él» (Aparisi y Guijarro).

 Pero el carlismo muere si cambia su doctrina por la contraria, esto es, si transige en cuestiones fundamentales. A Carlos VII los liberales le ofrecieron la Corona a base de que transigiera en su doctrina, que era la doctrina del pueblo carlista.

 «Gobernar no es transigir, como vergonzosamente creían y pretendían los adversarios políticos» (Carlos VII).

 Hoy es cuando más se ataca a la tradición desde las propias defensas de la tradición. Arguyen los falsos tradicionalistas que no existen más principios inmutables que los de DIOS, PATRIA, FUEROS y REY. Si así fuera podríamos aceptar un Dios cósmico, en vez de un DIOS cristiano; una PATRIA dividida y avasallada, en vez de una PATRIA unida y libre; unos FUEROS disgregadores, en vez de unos FUEROS armónicos con la unidad, y un REY liberal y ateo, en vez de un REY legítimo y católico. En efecto, los PRINCIPIOS se encierran en ese cuatrilema, pero constituyen algo más que cuatro palabras.

 «Siempre con la vista fija en nuestros santos PRINCIPIOS tradicionales que todos velaremos, y yo el PRIMERO, para que se conserven puros sin la menor sombra de liberalismo impío» (Alfonso Carlos I).

 El que los principios estén libres de liberalismo no se demuestra criticando a la dinastía liberal, sino introduciendo mercancía averiada o progresista que corrompa la tradición. Esta corruptibilidad no se logrará, aun cuándo se adulteraran los mandos encargados de velar por la tradición. ¿Por qué?

 «¡Tradición, arca santa, de madera incorruptible!» (Fal-Conde).

 Sería una cesión al liberalismo, sería transigir, seria corromper la Tradición si el carlismo cesara de mantener levantada la bandera de la unidad católica.

 «En nuestro programa hay cuatro afirmaciones: la afirmación religiosa, con la unidad católica con todas sus consecuencias» (Vázquez de Mella).

 De acuerdo con esa afirmación primaria y fundamental, el pueblo carlista se levantó en armas el 18 de julio. Hoy,  los abandonistas, los «seudo-carlistas» quieren olvidar la Tradición y el hecho histórico de la Cruzada. Terminamos con esta otra afirmación categórica sobre este importante tema, convertido en el quicio de la cuestión:

 «Ni la Cruzada ni el espíritu religioso y patriótico que le dio su carácter, ni la preparación militar con que se fue a la lucha, brotaron por generación espontánea. Es que había un rescoldo tradicional, unos ideales heredados de los antepasados durante varias generaciones» (Francisco López Sanz).

 Nuestra tarea tiende a mantener incorruptible ese rescoldo heredado de nuestros padres, pero no a introducir sistemas extranjeros y socializantes, ya que tal ideal no forma parte de la Tradición. SOCIALES y POPULARES, MUCHO Y SIEMPRE: SOCIALISTAS, NADA Y JAMAS

 Revista ¿QUÉ PASA? núm. 205, 2-Dic-1967