NINGUNO DE LOS GENERALES
Los tres senadores militares han rehusado
conceder el voto a la Constitución atea y antinacional que se impondrá al
sufrido pueblo español por el consenso “moncloaca”-marxista. Con rapidez
diligente, el señor Gutiérrez Mellado (ministro
de Defensa) ha aclarado que a los Ejércitos sólo los representa el Rey. Pero
Gutiérrez Mellado olvida que fue precisamente el Rey el que designó a los
senadores militares. Y ¿no lo hizo para que los Ejércitos se hallasen
representados en la Cámara? No hay duda de que muchos civiles y militares lo
interpretaron así y, si hubo error en tal interpretación, no es el ministro
del Gobierno ucedista el indicado a rectificarlo, sino acaso el propio Monarca
o persona autorizada por éste. Lo que no ofrece la mínima vacilación y no
cabe desvirtuar es el hecho de que la Ley
de Reforma Política (1976) contó con el voto negativo de todos los generales
procuradores en Cortes y que la Constitución no ha contado con ninguno
positivo de los militares miembros de las Cámaras y designados precisamente
en su calidad de tales. ¿No es eso representativo? Entonces, ¿qué lo es?
Y lo que
nadie negará es que resulta más que significativa la notoria falta de
sintonía de Gutiérrez Mellado con el Consejo Superior del Ejército a
propósito de la legalización del PCE (1977)
y con los generales miembros de las Cortes a propósito de la Reforma Política
y de la Constitución.
Y lo que ya
cae en el colmo del ridículo es que “El País” venga ahora, sin respetar la
libertad de voto, a reclamar determinadas adhesiones y acatamientos de dichos
senadores militares. Claro que no es extraño cuando dicho vespertino está
dirigido por quien menospreciara hace muy poco, pública e impunemente, a los
militares españoles -además de a la “Dictadura”, que ha cometido el error de
darle de comer, con los estipendios de los cargos oficiales desempeñados por
ese director, Juan Luis Cebrián, y su familia más inmediata -el cual quizás
se halla capitidisminuido para comprender que el eje diamantino de todo
militar digno de tal nombre es aquél que expresaba el comandante de Sant Marc,
al proclamar: “A un soldado pueden pedírsele muchas cosas, incluso puede
pedírsele que muera; en su profesión. Lo que no puede pedírsele es que
traicione, que se retracte, que se contradiga, que mienta, que sea perjuro”.
Ramón de
Tolosa
Revista FUERZA NUEVA, nº 618, 11-Nov-1978
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