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lunes, 20 de octubre de 2025

El SÍ de diputados católicos a una Constitución atea

 Artículo de 1978

  TRAICIÓN A LOS CATÓLICOS

 COMO estaba programado por el «consenso» ya ha sido aprobado en las Cortes el proyecto de Constitución que nos deja sin Dios, sin Patria y sin Justicia. Y, como se esperaba, votaron a favor del mismo los diputados y senadores pertenecientes al Opus Dei y a la Asociación Católica de Propagandistas. Ni uno de ellos alzó su voz en pro de los derechos de Dios y de la Santa Iglesia. Ni uno de ellos tuvo el valor de intentar que la realeza social de Nuestro Señor Jesucristo fuera reconocida. Ni uno de ellos se atrevería a exigir tan siquiera la mención de Dios en el texto fundamental para una nación de mayoría católica y con una tradición multisecular donde la fe ha representado su ingrediente más acusado.

 Todos esos representantes de profesión «católica», entre quienes estaban máximos dirigentes de la Asociación Católica de Propagandistas. y de la Editorial Católica y miembros destacados del Opus Dei, han callado para no irritar a los marxistas y han dado su voto a la Constitución antitea, que se impondrá a este infeliz pueblo. Sólo el senador castellano Fidel Carazo demostraría arrojo para invocar a Dios, ante el abandono de quienes debieron estar en la vanguardia de su defensa y que han preferido el respeto al «consenso» con el marxismo que el respeto y alegación de la inequívoca doctrina del catolicismo expuesta por los Papas.

 ¡Qué lejos han quedado de nuestros héroes y mártires! Porque esos conspicuos «católicos», los cuales se han mostrado incapaces de confesar y mantener la defensa de su fe en el Parlamento donde se decidía el destino de España, que no han movido un solo músculo para reclamar el reconocimiento de Dios y de sus derechos, no sólo han defraudado a todos los demás miembros de la Asociación Católica de Propagandistas y del Opus Dei —la mayoría excelentes cristianos— que seguro adoptarían en gran parte una actitud muy distinta, y que se ven hoy

«salpicados» sin querer por aquéllos, sino que además han traicionado a las legiones de mártires, que en esta piel de toro ofrendaron sus existencias para que la religión presidiera la vida de la comunidad nacional, muchos de ellos tan recientes. Han eludido el «testimonio» y no han querido «comprometerse», en aras de los vergonzosos pactos con el marxismo, es decir, con el enemigo hoy más peligroso de la fe  católica.

 Por eso, al igual que Eugenio Montes, en momentos también difíciles para la Patria, se les puede arrojar a la cara: «¡En nombre del Dios de mi casta; en nombre del Dios de Isabel y Felipe II, malditos seáis!»

 Ramón de Tolosa


Revista FUERZA NUEVA, nº 61811-Nov-1978

 

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