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lunes, 20 de octubre de 2025

El SÍ de diputados católicos a una Constitución atea

 Artículo de 1978

  TRAICIÓN A LOS CATÓLICOS

 COMO estaba programado por el «consenso» ya ha sido aprobado en las Cortes el proyecto de Constitución que nos deja sin Dios, sin Patria y sin Justicia. Y, como se esperaba, votaron a favor del mismo los diputados y senadores pertenecientes al Opus Dei y a la Asociación Católica de Propagandistas. Ni uno de ellos alzó su voz en pro de los derechos de Dios y de la Santa Iglesia. Ni uno de ellos tuvo el valor de intentar que la realeza social de Nuestro Señor Jesucristo fuera reconocida. Ni uno de ellos se atrevería a exigir tan siquiera la mención de Dios en el texto fundamental para una nación de mayoría católica y con una tradición multisecular donde la fe ha representado su ingrediente más acusado.

 Todos esos representantes de profesión «católica», entre quienes estaban máximos dirigentes de la Asociación Católica de Propagandistas. y de la Editorial Católica y miembros destacados del Opus Dei, han callado para no irritar a los marxistas y han dado su voto a la Constitución antitea, que se impondrá a este infeliz pueblo. Sólo el senador castellano Fidel Carazo demostraría arrojo para invocar a Dios, ante el abandono de quienes debieron estar en la vanguardia de su defensa y que han preferido el respeto al «consenso» con el marxismo que el respeto y alegación de la inequívoca doctrina del catolicismo expuesta por los Papas.

 ¡Qué lejos han quedado de nuestros héroes y mártires! Porque esos conspicuos «católicos», los cuales se han mostrado incapaces de confesar y mantener la defensa de su fe en el Parlamento donde se decidía el destino de España, que no han movido un solo músculo para reclamar el reconocimiento de Dios y de sus derechos, no sólo han defraudado a todos los demás miembros de la Asociación Católica de Propagandistas y del Opus Dei —la mayoría excelentes cristianos— que seguro adoptarían en gran parte una actitud muy distinta, y que se ven hoy

«salpicados» sin querer por aquéllos, sino que además han traicionado a las legiones de mártires, que en esta piel de toro ofrendaron sus existencias para que la religión presidiera la vida de la comunidad nacional, muchos de ellos tan recientes. Han eludido el «testimonio» y no han querido «comprometerse», en aras de los vergonzosos pactos con el marxismo, es decir, con el enemigo hoy más peligroso de la fe  católica.

 Por eso, al igual que Eugenio Montes, en momentos también difíciles para la Patria, se les puede arrojar a la cara: «¡En nombre del Dios de mi casta; en nombre del Dios de Isabel y Felipe II, malditos seáis!»

 Ramón de Tolosa


Revista FUERZA NUEVA, nº 61811-Nov-1978

 

domingo, 19 de octubre de 2025

El progresismo, preparado para el último asalto

 Artículo de 1967

  Hay que prepararse contra lo que se prepara  

 Siguen subsistiendo los graves peligros que para la fe de los fieles y la vida de la Iglesia constituyen la llamada «línea conciliar». Durante estas últimas semanas, la plaza de San Pedro ha quedado más vacía de lo que era de esperar en momento de congoja, con motivo de la intervención quirúrgica de que ha sido objeto el Papa Montini. Las reacciones y emotividades del pueblo romano son un indicador que refleja con fidelidad el estado de ánimo del mundo católico. Estamos muy lejos de aquellas masivas manifestaciones de fieles del pontificado de Pío XII. El instinto de los fieles creyentes se agudiza más y más cada día. Ahora ha detectado que el progresismo ya está preparado para el último asalto que pretende la definitiva desintegración del catolicismo que aún no ha entrado en la vía del «aggiornamento».

 Esta es la impresión que de estas últimas semanas se ha captado desde esta Francia cristiana que uno lleva tan dentro del corazón por causa de la continua convivencia con sus fieles más infatigables y sus sacerdotes y religiosos más abnegados y prácticamente perseguidos por el progresismo dominante.

 Un paso más hacia la congoja y el peligro para la fe de los fieles lo constituye la Comisión de teólogos para «aconsejar» a la Congregación que ha sustituido al antiguo —y disuelto— Santo Oficio. Ya que no es posible negar la existencia de muy graves errores, se pretende ahora demostrar —mediante la teología progresista — que no son tales errores, sino sólo malentendidos. Y, en consecuencia, se viene insistiendo cada vez más en «una nueva formulación de los dogmas» porque ahora resulta que en la forma en que fueron expuestos desde San Pedro hasta Pío XII —dicen los progresistas— no los puede entender el «hombre moderno».

 Afortunadamente, no es necesario discurrir mucho para comprender que es totalmente falso que el hombre de nuestro tiempo no puede comprender los dogmas bajo la formulación preconciliar. El gran número de convertidos a la fe católica después de la segunda guerra mundial acreditan sobradamente que los dogmas católicos son comprensibles para el hombre de la época actual.

 Suelen olvidar los actuales innovadores de que, a veces, no es solamente la mente humana por sí sola suficiente para penetrar en el sentido íntimo de un dogma y comprenderlo. La intervención del Espíritu Santo —¿creen en él ciertos sectores «renovadores» y progresistas?— es, con la intensidad a cada caso adecuada, un factor primordial.

 No es, pues, como impúdicamente ahora se dice, la «insuficiencia de la Curia Romana» —y el Magisterio Eclesiástico desde San Pedro hasta Pío XII— en materia teológica lo que ha creado el actual estado de confusión, sino las fantasías de los teólogos progresistas, cuya actuación impune no puede dejar de ser objeto de gravísima preocupación. Su muy reciente ofrecimiento de «ayuda» no es más que una maniobra de más profunda infiltración. Además, salta a la vista el decidido propósito progresista de proceder a la metódica y progresiva destrucción de aquellos sectores hasta ahora inconmovibles de la Curia Romana a través de Comisiones y órganos paralelos a las Sagradas Congregaciones.

 Porque éste ha sido el procedimiento —a través de la consiguiente comisión o «Consilium», y de quien le ha dado sus máximos alientos— utilizado con la liturgia, cuya Constitución conciliar ha sido desfigurada y vaciada de contenido por las instrucciones y decretos sucesivos que han venido aprobando, por etapas, lo que anteriormente era considerado como herejía. Así ha quedado prácticamente anulada la Constitución Litúrgica aprobada en el Concilio.

 Por idéntico procedimiento de la «ayuda» de Comisiones postconciliares se intenta triturar todo lo demás; y en el caso de la «Comisión de teólogos» que se proponen «aconsejar» a la Congregación que ha reemplazado al extinto Santo Oficio se intenta conseguir, con la tan cacareada «nueva formulación de los dogmas», que lo que consideramos ahora herético nos sea presentado dentro de unos meses o unos años como la expresión de lo que habían sido las verdades de la fe, ahora «redescubiertas» por los teólogos de cuño progresista.

 Con Comisiones y métodos similares, que se interfieren en las actividades específicas de las Sagradas Congregaciones, sigue persistiendo el esfuerzo de destruir, inutilizar o neutralizar a los actuales componentes de la Curia Romana que no se han dejado avasallar prácticamente ni acomplejar ideológicamente por la tan frecuentemente invocada «línea conciliar» que cumple a maravilla su propósito de desmantelar y eliminar cuanto se le confía.

 No nos sorprendería el intento de que varios Prefectos de Congregación y otras funciones del gobierno de la Iglesia fuesen reemplazados por elementos progresistas, sea mediante eliminación de la institución misma o sea reduciéndola a un simple órgano administrativo. Tal maniobra ya está en marcha.

****

EL «I-DOC» SABE ELEGIR

 En anterior crónica daba cuenta detallada a los lectores de ¿QUE PASA? de cuáles eran los antecedentes y ulteriores actuaciones de la organización progresista I-DOC. Asimismo fueron informados nuestros lectores de su actuación durante el Sínodo Episcopal que hace poco tuvo lugar en Roma.

 Es necesario consignar, ampliando anteriores referencias, que, bajo los auspicios de I-DOC (Information et Documentation sur l’Eglise Concillare), existe un llamado «Comité Internacional pour le Developement de l'Information et de la Documentation Religieuse», organizado a escala mundial, cuya sede está situada —aunque parezca increíble— en la mismísima Via Santa Maria dell’Anima, de Roma.

 Ha quedado de manifiesto, en repetidas ocasiones, su carácter extremadamente progresista. Un boletín editado por la organización citada nos ha informado de cuáles son los miembros españoles del precitado Comité Internacional, dato extraordinariamente interesante gracias al cual se puede comprender aún mejor el origen de ciertas actuaciones y actitudes.

 Según dicha publicación son miembros de dicho organismo internacional progresista íntimamente ligado al I-DOC famoso: Rvdo. P. Arias («Pueblo»), Rvdo. don Cipriano Calderón («Ecclesia»), Rvdo. D. R. Doucastella (ISPA, Barcelona), Rvdo. don José M. González Ruiz «Siglo XX»), Rvdo. don Jesús Iribarren («Ya»), don Enrique Miret Magdalena («Triunfo»), Rvdo. don Antonio Montero (PPC») y Prof. don Joaquín Ruiz Giménez («Cuadernos para el diálogo»).

 ¿Comentario? Es innecesario. Ya advierte el Evangelio que por sus frutos los conoceréis»... Solamente cabe recomendar que estos datos sean siempre tenidos en cuenta. (…)

 A . ROIG

  Revista ¿QUÉ PASA? núm. 206, 9-Dic-1967


sábado, 18 de octubre de 2025

Invocar el Vaticano II para fomentar huelgas

Artículo de 1967

  ¿Quién ha conferido a don Joaquín Ruiz-Giménez la facultad de invocar los textos del Concilio Vaticano II para la justificación y el fomento de las huelgas?

 La prensa, pero muy significativamente la revista «Destino» de Néstor Lujan, se hace eco del recurso visto ante el Tribunal Supremo por un asunto de despido, en el que actuó como abogado don Joaquín Ruiz Giménez. Este invocó el artículo segundó de la Ley de Principios del Movimiento Nacional—que tan frecuentemente olvida él en sus propagandas políticas—, por el que se declara que la legislación nacional se inspirará en la doctrina de la Iglesia.

 Según Ruiz Giménez, ha cambiado la doctrina de la Iglesia sobre la legitimidad y necesidad de la huelga cuando no hay otro camino para resolver los problemas obreros. El «Destino» de Néstor Lujan comenta: «Al abogado Ruiz Giménez le parece claro que hay en la sentencia recurrida una infracción de normas de rango constitucional

 A nosotros, también. Ya comprenderá «Destino» que no hay mucha fijeza en lo que parezca claro al señor Ruiz Giménez. Basta recordar que hace pocos años pedía la camisa azul y hacia elogios ardorosos de la Falange. Ahora, ¡para qué hablar! También le debe parecer claro propagar la «Populorum progresio», bien refocilado con sus credenciales patronales-capitalistas de bastantes Consejos de administración.

 Pero vayamos a lo de la huelga. La «Rerum novarum» llama a la huelga «mal frecuente y grave que perjudica no sólo a los patronos y a los mismos obreros, sino también al comercio y a los intereses del Estado». La «Cuadragésimo anno», de Pío XI, hace un elogio de la organización corporativa del Estado fascista de Mussolini, pues dice: «Igual que la unidad del cuerpo social no puede dejarse a la libre concurrencia de fuerzas.» Continúa Pío XI que por el nuevo orden corporativo de Italia «quedan prohibidas las huelgas; si las partes en litigio no se ponen de acuerdo, interviene la Magistratura. Con poco que se medite se podrá fácilmente ver cuántos beneficios reporta esta institución.

 Ciertamente que la Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual hace referencia a las huelgas con estas palabras: «En caso de conflictos económico-sociales hay que esforzarse por encontrar soluciones pacíficas. Aunque se ha de recurrir siempre a un sincero diálogo entre las partes, sin embargo, en la situación presente la huelga puede seguir siendo medio necesario, aunque extremo, para la defensa de los derechos y el logro de las aspiraciones justas de los trabajadores. Búsquense, con todo, cuanto antes caminos para negociar y para reanudar el diálogo conciliatorio.»

 No se necesita estar doctorado en ninguna disciplina especial para entender el sentido de la doctrina de la Iglesia sobre la huelga. El ideal de la Iglesia y del orden social cristiano es la concordia y las soluciones logradas con la negociación y estudio. En un Estado que no tenga regulado dicho estudio y negociación, por desgracia, puede llegar a ser necesaria la huelga. Este es el sentido de la doctrina de la Iglesia. El ideal es lo que dice la «Rerum novarum» y la «Quadragesimo anno». El Concilio habla de las situaciones de hecho de Estados carentes de estos órganos resolutivos. El ideal de la Iglesia y de su Moral es la moralidad de la mujer, pero de hecho los moralistas aceptan que un Estado, con sus debidas cautelas, puede tolerar la prostitución.  (…)

 Las huelgas, máxime en las circunstancias del mundo de hoy, y teniendo en cuenta la legislación española, difícilmente, en buena moral y con la doctrina conciliar en las manos, se podrán justificar. Primero, falta el «sincero diálogo entre las partes», el «esforzarse por encontrar soluciones pacíficas» y «buscar cuanto antes caminos para negociar y para reanudar el diálogo conciliatorio». Esto es lo que dice el Concilio. (…)

 ¿Cómo se permite que un letrado y ex ministro, a lo menos por los resúmenes que ha publicado la prensa, pueda presentar tan tendenciosamente un punto vital de la convivencia social? (…)

 Dice «Destino»: «Al señor Ruiz Giménez, como a nosotros, nos parecen claras unas cosas que, por lo visto, para otros no lo son tanto. O viceversa.» Se equivoca «Destino» una vez más. Las cosas son muy claras. La doctrina sobre las huelgas no es la que dice Ruiz Giménez ni «Destino», según la doctrina de la Iglesia. Los que piden huelgas y las fomentan son los locutores de Radio España Independiente. Y es la consigna de Santiago Carrillo en su libro «Nuevos enfoques a problemas de hoy».

 ¡Fíjense si están claras las cosas! Pero, vaya, confundir los textos del Concilio Vaticano II con los de Santiago Carrillo señala la auténtica pista de un señor Ruiz Giménez, que es el político español que ha recibido los máximos elogios del Secretario del Partido Comunista, de España publicados en el semanario comunista francés «France Nouvelle», de la semana 16-22 de diciembre de 1964.

 Ya ve «Destino» si vemos las cosas claras. Y si «Destino» en sus comentarios también aparece claro a qué clase de personajes patrocina. Brindamos esta interpretación documentada de la doctrina de la Iglesia sobre la huelga a aquellos magistrados que tengan que habérselas con señores letrados que se dediquen a «sermones» jurídicos y pseudoconciliares sobre la huelga.

 A. RECASENS SALVAT


Revista ¿QUÉ PASA? núm. 206, 9-Dic-1967

 


viernes, 17 de octubre de 2025

Tradicionalistas contra la Constitución de 1978

 Artículo de 1978

  Declaración de la Hermandad Nacional de Combatientes Requetés

 VOTAREMOS «NO»

 HACIENDO uso de un derecho legítimo, y recogiendo el sentir general de esta Hermandad, votaremos NO a la Constitución, e invitamos a hacerlo a todos los antiguos combatientes de Tercios de Requetés de la Cruzada, hijos, familiares y simpatizantes, entre otras numerosas razones, por las siguientes:

 1.ª Porque creemos en DIOS y amamos a la PATRIA. Con profunda fe. Con inconmovible firmeza.

 2.ª Porque no nos ofrece las debidas garantías un régimen constitucional parlamentario que, olvidando la ley de Dios, se basa en la denominada soberanía popular y en los partidos políticos, que, en la práctica, dividen más que unen, y en nombre del pueblo, al que dicen representar, imponen sus intereses partidistas.

 3.ª Porque somos contrarios, tanto a un régimen absolutista, como al liberal y marxista, que niegan los gloriosos ideales de la Tradición española y repudian la Monarquía auténticamente cristiana, templada y representativa, convirtiendo al Rey en una figura meramente decorativa e irresponsable.

 4 .ª Porque queremos para España lo mejor: una nación en paz, unida —respetando sus peculiaridades regionales—, con verdadera libertad y en constante progreso, sin demagogias ni sectarismos.

 5.ª Porque mientras se rechazaban, de manera contundente, las enmiendas presentadas por dignos diputados y senadores en  defensa de DIOS, de la PATRIA y de una MONARQUÍA que pudiese actuar como moderador, prosperaban a través de un oscuro consenso, sin luz ni taquígrafos, los principios del laicismo de Estado; del divorcio y del aborto (que atentan no sólo contra la familia, sino que autoriza la muerte de criaturas indefensas en el claustro materno); la supresión de la libertad de enseñanza; el reconocimiento de diversas nacionalidades (poniendo en peligro la unidad de la Patria), y reduciendo el poder de la Monarquía a la mínima expresión. Razones, por sí solas, más que suficientes para votar NO a todo buen católico español. 

6.ª Porque si ya preveíamos ante el anterior referéndum, que aprobó la Ley de Reforma Política (1976), que tal «reforma» se transformaría en clara ruptura con el pasado y apertura hacia el caos, ahora estamos convencidos, con mayor fundamento, que de aprobarse la Constitución en el próximo referéndum, abrirá las puertas a una dictadura atea y marxista, con todas sus consecuencias. De aquí la grave responsabilidad de todo español consciente al emitir su voto.

 7.ª Porque no tenemos apetencias de poder y preferimos continuar siendo leales a tantos mártires que nos han precedido en el camino del deber, en vez de buscar puestos y honores, mientras España se va derrumbando entre sangre y lágrimas.

 8.ª Porque no queremos hacer el papel de borregos que nos llevan al matadero sin protesta, narcotizados por una exhaustiva propaganda que, con el aplauso extranjero, está adormeciendo el sentimiento católico y patriota del noble pueblo español.

 9.ª Porque nos repugna tanto y tanto chaqueteo, y que hasta el nombre de España se sustituya vergonzosamente por el de país.

 10.ª Porque no estamos dispuestos a someternos a las consignas de las fuerzas internacionales del comunismo y la masonería que prefieren una España débil que rompa con sus tradiciones, para poder dominarla mejor.

 11 . Porque no nos asusta la poderosa coalición de las fuerzas del centro-izquierda, que detentan el poder, unidos a los socialistas, comunistas y separatistas en el empeño de aprobar la Constitución, pese a la notoria desigualdad de medios —incluida la ayuda extranjera— y de oportunidades, ya que seguramente monopolizarán, en la práctica, la Televisión, arrastrando, como en la ocasión anterior, a gente de buena fe, que se dejarán engañar por nuevos juramentos y promesas.

 12.ª Porque no nos desalienta la falta de garantías en una elección «limpia».

 13.ª Porque, como no somos oportunistas, por encima del temor a la derrota, lo que nos interesa es salvar el honor. Demostrar que aún hay católicos y patriotas capaces de imitar el ejemplo de los que prefirieron «sucumbir con honra que vivir con vilipendio». Conscientes de que, como en los momentos más difíciles de nuestra historia han sido siempre un puñado de patriotas los que han terminado por arrastrar a lo mejor del pueblo español, superando el peligro de la cobardía colectiva.

 14. Porque amamos la paz y deseamos que desaparezca la trágica situación a la que nos han conducido los actuales padres constitucionales.

 Por estas y mil razones más que harían interminable este escrito, votaremos NO. E invitamos a hacerlo a todos - mujeres y hombres, jóvenes y ancianos— que estén convencidos de los graves errores de la Constitución y no quieran ser cómplices de sus previsibles consecuencias.

 Por la Junta Nacional,  El secretario general   

Manuel Ángel VIEITEZ PÉREZ


 Revista FUERZA NUEVA, nº 618, 11-Nov-1978


jueves, 16 de octubre de 2025

Héroes de la División Azul

 Artículo de 1968

  HÉROES DE LA DIVISIÓN AZUL

 Como ya conocen los lectores, la Asamblea de la Orden de San Fernando acordó conceder al capitán Palacios, hoy teniente coronel de nuestro glorioso Ejército, la Cruz Laureada, previo el oportuno expediente de juicio contradictorio y tras el examen minucioso de los méritos contraídos por dicho oficial divisionario en la batalla de Krasny Bor, el día 10 de febrero de 1943, en el frente ruso al mando de la 5ª compañía del 2º batallón del Regimiento 262, encuadrado en la División Española de Voluntarios contra el comunismo, universalmente conocido para la historia bajo el imperecedero nombre de División Azul, por ser éste el color de las camisas que vestían sus voluntarios.

 A tenor de lo dispuesto en los artículos 82 a 84 del Reglamento de la Orden, el propio Caudillo de España “se ha dignado hacerlo por su mano” y así ha sido solemnemente impuesta la Laureada -la más preciada condecoración militar del mundo- sobre el pecho del capitán Palacios, al frente de una Brigada compuesta por tropas de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, entre los que ocupaba lugar destacado el Batallón de Alumnos de la Escuela Naval Militar, en el marco de la Semana Naval de Santander, el pasado mes de julio. “S.E. el Jefe del Estado, en nombre de la Patria, os hace Caballero de San Fernando como premio a vuestro heroico comportamiento militar”. Y un escalofrío de emoción turbó los corazones en la soleada mañana, ante el recuerdo de los sacrificios sin límite que estas palabras se encerraban.

 Con posterioridad, la Patria agradecida ha devuelto el beso que otrora recibiera, sobre las frentes doloridas del cabo Gumersindo Pestaña y del soldado Victoriano Rodríguez. Estos voluntarios han sido galardonados con la Medalla Militar Individual, que también les ha sido impuesta con la solemnidad propia de este premio al valor distinguido, creado en 1918 “como recompensa ejemplar de los hechos y servicios muy notorios realizados frente al enemigo”.

 Pude oír una emisión radiofónica en la que se celebraba una entrevista con el famoso Victoriano Rodríguez. Al preguntarle, como final, si quería añadir algún nuevo comentario, dijo que aquella Medalla, entonces recién otorgada, le hacía feliz, pero no del todo, porque otros camaradas también la habían merecido y él esperaba ilusionado el momento en que ellos vieran asimismo sus hechos recompensados con el agradecimiento público de la Patria que tan ardorosamente defendieran en la marca europea, hace ya 27 años.

 Esto nos trae a la mente al capitán de la vieja Guardia, don Gerardo Oroquieta Albiol, hoy coronel de Infantería, oficial el más antiguo entre los voluntarios de la División Azul cautivos “desde Leningrado a Odessa”, que es el título de un libro debido a su pluma, libro incomprensiblemente olvidado, cuya lectura constituye un verdadero tónico en los tiempos que corren. En uno de sus párrafos dedica a Victoriano Rodríguez y a otros voluntarios -incluido “el pobre Julio Sánchez, que había de fallecer en Rostov sin alcanzar la repatriación”- el siguiente comentario: “… se distinguieron a lo largo de todo el cautiverio, manteniéndose con firmeza en una digna actitud que les honraba como buenos hijos de la Patria”. Y para que nadie nos acuse de andar siempre en las alturas de lo sublime, completaremos el párrafo: “Sólo en alguno se notaba cierto relajamiento, pero había que pensar que no vivíamos el ambiente de los salones de sociedad. Las calamidades y los piojos lo impedían.”

 En otro lugar de su magnífico libro, dice el capitán Oroquieta: “Teníamos confianza en que Dios cobijaría en su seno al teniente Altura, porque fueron acendradas sus virtudes cristianas, y también esperábamos que la Patria, algún día, reconociese el sacrificio de aquel magnífico oficial español”.

 Por todo esto, a mí me ha producido una gran satisfacción la noticia de que el capitán Oroquieta Albiol ha sido propuesto para la concesión de la Laureada como consecuencia de los hechos de que este oficial fue protagonista al frente de su compañía en el frente de Kolpino, el 10 de febrero 1943. Unos 200 hombres componían en total aquella unidad, que era la 3ª del 250 Batallón de reserva móvil, al mando del capitán Miranda, gloriosamente  caído en la acción.

 Su misión era cubrir, frente a la embestida soviética, la carretera Leningrado-Moscú, “hecho que constituía un alto honor” y que “nos confería una responsabilidad inequívoca”.

 Después de toda una jornada de brega, sin ingerir alimento alguno, sin pausas de reposo, con un 80 por 100 de bajas y sólo 37 hombres en condiciones de luchar, entre ellos ocho heridos graves, incluido el propio capitán, “un puñado de españoles seguía en su puesto sobre la carretera. Conservábamos unos cuántos fusiles que respondían a las mil maravillas”.

 Dice Oroquieta: “En los momentos finales murió junto a mí uno de los voluntarios que más brillantemente se batieron. En su rápida agonía pudo gritar ¡Arriba España! y sonriendo levemente hizo ofrenda de su vida. Éramos ya  trece hombres, y de ellos, cinco heridos. Una sección rusa se nos echó encima, despojándonos de todo. Entrábamos en la dolorosa situación de prisioneros. El honor no había sufrido el más leve menoscabo. No cabía más que entregarse en manos de Dios después de un tributo cifrado en más de un noventa por ciento de bajas”.

 Horas antes, el padre Pumariño había celebrado la misa en el búnker de la compañía. “La comunión puso una paz total en nuestro espíritu…” Con tan alto concepto de los valores morales, Oroquieta, que procede de la Legión y que había logrado una plaza en los batallones de marcha casi por asalto, se apresta a rendir tributo a la “conciencia de su responsabilidad porque no en vano se consideraba depositario del honor de su compañía” y “porque pasase lo que pasase estaba decidido a conducirse con la dignidad obligada en un oficial español ante las miserias del cautiverio”. A este tenor están llenas las páginas de esta soberbia lección de ética militar. Hay ejemplos sublimes de gallardía. “Formidable lección de capitanes” llama el comandante mutilado García Sánchez, autor del contexto literario de la obra, a la ejecutoria de Oroquieta, recordando cómo cumpliera en Krasny Bor el artículo 21 de las Ordenanzas Militares: “El oficial que tuviere orden absoluta de conservar su puesto todo trance, lo hará”.

 El libro del capitán Oroquieta está editado en 1958. Hoy (1968), ante tanta deserción, conforta releer cómo se pronuncia “sin odio contra los hombres, pero con insobornable beligerancia contra el sistema comunista, por unos motivos ideológicos hoy tan vigentes como ayer”. Abundan las escenas en que se refleja cuál era la armazón de aquella ideología. El símbolo del yugo y las flechas campea sobre los momentos más sublimes, y cuando la emoción busca salida, esta es siempre el canto del “Cara al Sol”, definido una de las veces ante los guardianes rusos como “una vieja canción proletaria”. Otra, es un italiano, veterano de España y mutilado de ambas piernas, quien lo entona por un ventanuco de la mazmorra como homenaje a los huelguistas del hambre. No falta el tributo de admiración a otros “guripas”; Gil Alpañés, Cantarino, Saldaña, Catalán… y a los camaradas alemanes, italianos, rumanos, húngaros, “con quienes habían participado en una empresa común” y a quienes “unía una misma fe en los destinos de Europa”.

 El propio capitán Palacios es definido como “ejemplo del triunfo del espíritu sobre la materia”. Luego hay momentos tremendos, como la recepción del primer paquete de su madre o la asignación de una “estampica” (Oroquieta es maño, para qué decir) de la Inmaculada al sargento Salamanca con motivo de la Navidad. No faltan las alusiones festivas cuando los rusos quieren sobornar a los remisos con cierto producto gallináceo propicio a la metáfora o durante la graduación de la miopía de Oroquieta a base de doctora rusas, cuando éste llevaba ya “varios años sin ver a una mujer”: “La receta no fue correcta porque quizá estuve más atento a las doctoras que a las letras rusas”.

 Esperamos con ilusión el resultado de la propuesta a favor de este capitán dado por muerto en 1943 y cuyo nombre llevaba la centuria de la Guardia de Franco que fue recibir a Barcelona a los repatriados desde Zaragoza. Al embarcar en Odessa, cuando una lancha con las comisiones se acerca al “Semíramis” en el silencio denso del momento se oye un grito desgarrador: ¡Españoles! ¡Arriba España!

 Para terminar es oportuno decir que aquel grito, calificado por Oroquieta de estremecedor, fue dado… por un sacerdote.

 Armando SÁNCHEZ OLIVA

 Capitán de Aviación


 Revista FUERZA NUEVA, nº 92, 12-Oct-1968

 

miércoles, 15 de octubre de 2025

Los seminarios, destruidos por el progresismo

Artículo de 1970 

  Seminarios de nuestros días

 Uno de los problemas más duros con que se enfrenta la Iglesia en nuestros días es el de los seminarios, víctimas, por lo general, de la furia destructora de los progresistas.

 Es cierto que nuestros viejos seminarios necesitaban una reforma. Sus principales defectos eran la falta de evolución y el anquilosamiento; la reglamentación tan estricta, que parecía hecha para aniquilar la personalidad de los alumnos: la falta de métodos aptos para transmitir a los demás la Teología… No obstante esto, la institución era muy buena. Rindió muchos servicios a la Iglesia y podía continuar rindiéndolos.

 Al publicarse el decreto del Concilio Vaticano II sobre la formación sacerdotal, muchos creímos hallarnos ante una época de nuevo florecimiento de los seminarios. En efecto, el documento insiste en las prácticas de piedad tradicionales, en el celibato, en el reglamento, en la disciplina… Se mantienen en su vigor las viejas normas, con las adaptaciones que imponen las actuales circunstancias.

 Los intentos renovadores no tardaron en llegar y, dado lo trascendental que es la educación de los futuros clérigos, los progresistas trataron y consiguieron, generalmente, adueñarse de la dirección de los seminarios. La interpretación de las normas conciliares es, en ellos, sumamente caprichosa y aun contraria a la mente de lo preceptuado, según se va poniendo de moda en nuestros días.

 De esta forma, empezaron a suprimir las prácticas de piedad y pronto fueron desapareciendo los ejercicios espirituales anuales, los actos del mes de mayo, el rosario, la meditación, el examen de conciencia, la misa diaria… y esto durante el año escolar, porque, en vacaciones, tampoco ayudan, como antes, a los párrocos en el ministerio apostólico, ni llevan, generalmente, vida de piedad alguna, según han observado las gentes.

 Negando, contra todas las normas conciliares y de la más elemental pedagogía, la posibilidad de la vocación sacerdotal en los años de la niñez, han convertido los seminarios menores en centros de bachillerato, donde abundan muchachos vestidos de ye-yés y con largas pelambreras y frecuentando lugares de los que debían de estar ausentes. Su piedad es muy poca y muchos acaban saliéndose masivamente al terminar sus estudios medios.

 A veces van a clase al Instituto y, otras veces, las reciben en el seminario, dadas por profesores o profesoras seglares, a veces con muy poca religión.

Quizás muchos niños fueron llevados por sus padres el seminario para que hicieran, por un módico precio, su bachillerato, pero la mayoría fueron siguiendo la llamada misteriosa de Dios y con deseo de entregársele y, al cabo de algún tiempo, se salen, defraudados del ambiente mundano que allí encuentran. Los jóvenes son sinceros y quieren las cosas claras.

 Ni los nuevos planes de estudio, ni la consideración que merecen los que no perseveran, justifican la desaparición del tinte de plegaria y abnegación que debe presidir toda la vida del seminario menor.

 En los seminarios mayores juega mucho más la cuestión ideológica. De cómo andan las cosas por los seminarios de nuestra patria son vivo exponente las declaraciones de la junta de seminaristas tenida, a finales del pasado año 1969, en Ávila. Mayoritariamente allí llegan a manifestar su deseo de abolir la diferencia del sacerdote del resto de los hombres del mundo en cuanto a diversiones, vestimenta, ocupaciones etc. Piden el trabajo profesional y la abolición del celibato y manifiestan su desacuerdo con las estructuras de la Iglesia. Casi todos ven la necesidad de cursar estudios civiles.

 Una victoria, bien triste por cierto, lograda por los progresistas, ha sido el haber formado así a esa juventud que se prepara para el sacerdocio, sin que en el mismo vean un ideal capaz de llenar por completo su vida; ni estén dispuestos a aceptar la estructura de la Iglesia ni la disciplina que ésta impone.

 Como ese modo de caminar es inseguro, no es de extrañar que muchos abandonen también el seminario en los últimos años de carrera. No creen que valga la pena entusiasmarse por un sacerdocio que tan poco representa para ellos.

 Precisamente ahora, que tanto necesita el mundo que se le hable de lo que nadie le habla, es cuando quieren que el sacerdote sea como un hombre cualquiera. Cuando el trabajo en la mies es tanto y tan urgente, es cuando quieren que los operarios se dediquen a otra cosa.

 En cuanto a la cuestión dogmática también habría mucho que decir, porque ni todas las doctrinas que aprenden nuestros jóvenes son trigo limpio; ni el legado cultural, acumulado por la Iglesia durante siglos, representa para muchos más que un peso muerto que hay quitarse de encima.

 De esta forma las rebeliones en seminarios están a la orden del día. Las leemos, de cuando en cuando, en los periódicos: Salamanca, Astorga, Toledo, Barcelona, San Sebastián… Después de los escándalos hay concesiones, pero el mar de fondo es más profundo: mina sin tregua, socava… Me pregunto: ¿por qué el año pasado (1969) los seminaristas de Pamplona se negaron a ir a la procesión del Corpus? ¿Será porque les diga mucho el homenaje público a la Eucaristía? ¿Hicieron eso insinuados por algún profesor?

 El mal, pues, está metido en la entraña. Se trata de algo más que de una crisis de crecimiento o de una etapa de renovación; y, naturalmente, más que declaraciones ambiguas se imponen unas medidas adecuadas.

 Los autores de esta mentalización lamentable de nuestros seminaristas achacan exclusivamente la despoblación de los seminarios mayores a “las circunstancias del mundo pagano en que vivimos”. Hay algo más que considerar.

 Esté el mundo paganizado o no lo esté y sean las gentes ricas o pobres, Dios Nuestro Señor siempre dará vocaciones sacerdotales a su Iglesia: responsabilidad enorme será el deformar las pocas o muchas que haya.

 Santos San Cristóbal, sacerdote


Revista FUERZA NUEVA, nº 168, 28-Mar-1970

 

martes, 14 de octubre de 2025

Empeño de descatolización

 Artículo de 1976

 EMPEÑO DE DESCATOLIZACIÓN

 A despecho de lo que proclama la mayoría del Episcopado español, si bien se mira, su comportamiento es oscurantista: lo mismo que propugnan el respeto ilimitado y liberal de los derechos humanos y civiles sin preocuparse, primero, de definir y respetar los derechos humanos y eclesiales de los sacerdotes, religiosos y seglares, así también predican luz y taquígrafos para la verdad y las opiniones políticas, pero no permiten la luz y los taquígrafos para la verdad y opiniones religiosas; ni que conozcamos los documentos que van a debatirse en la asamblea episcopal, ni mucho menos, la pluralidad de sentencias que en tales debates se expresan. Resulta así que los obispos llamados posconciliares son como los doctores de la ley judaica, denostados por Jesucristo porque no practican lo que predican.

 Ha llegado a mí una ponencia que va a ser presentada a la asamblea de la Conferencia Episcopal Española de finales de febrero, y cuyo autor es el obispo auxiliar de San Sebastián, José María Setién, texto que coincide doctrinalmente con las tesis avanzadas del obispo cuando no pasaba de ser simple teólogo. ¿Ha querido Pablo VI canonizar su teología disolvente al nombrarle obispo?

 A este documento heteróclito y contradictorio, que no quiere ser considerado a la luz pública, le viene pintiparado el juicio formulado por el miembro de la Comisión Teológica que asesora al papa, P. Louis Bouyer, en su reciente libro «Religiosos y clérigos contra Dios»: “La actual crítica de lo religioso y lo sagrado por los mismos clérigos tiene grandes pretensiones pero las justifica muy mal. En ella se nos interpela con un tono perentorio en nombre del pensamiento científico, del cual se pretende decirnos la última palabra. Pero es demasiado claro que de las ciencias invocadas no tienen aquellos clérigos más que un barniz periodístico”.

 La ponencia sometida a consideración de los obispos responde a un cuestionario que, en primer término, “trata de descubrir las líneas que parecen dirigir la evolución político-social de la sociedad española, a partir de la proclamación del Rey Juan Carlos I”. En segundo término, el autor responde a la preocupación de “ver cuál ha de ser la posición que la Iglesia ha de adoptar ente la evolución social”.

 Pero enseguida se echa de ver que las líneas por las que él cree que discurre la sociedad española y el futuro secularizado que él contempla y quiere por razones “teológicas” y pastorales es puro subjetivismo. Porque es evidente que ni él pone a contribución en su trabajo las ciencias positivas que podrían utilizarse ni tampoco están ellas en situación de poder determinar por dónde discurrirá la vida pública española ni en el futuro inmediato ni más remoto... Sólo Dios sabe por dónde discurrirá nuestro futuro; lo demás, las lucubraciones futurológicas de los obispos son pura fantasía.

 Sobre el futuro de España no saben nada nuestros obispos… a menos que nos empeñemos, como parece ser el designio de mons. Setién y de alguna personalidad vaticana, en descatolizarla, en extirpar violenta o solapadamente lo que este obispo gusta de llamar “nacional-catolicismo”…

 ¿Por qué se han de ocupar los obispos de conocer y evangelizar el futuro –que no conocen- si apenas evangelizan el presente, sobre el que tienen misión de apostolado?... ¿Y quién será capaz de conciliar, en cinco días, los ochenta documentos, los ochenta intelectos de los prelados que concurran a la asamblea, tanto más cuanto se aprecia una ruptura clara entre obispos como mons. Tarancón, y mons. Setién frente a mons. Temiño, mons. Blanco, mons. Guerra Campos o mons. Barrachina? Porque: ¿con qué Iglesia nos quedamos, la del cardenal Tarancón en su “homilía a la Corona” y la Declaración de Derechos Humanos o la de mons. Guerra Campos, en su carta pastoral sobre la “Monarquía católica”?

 En resumen, este documento de mons Setién que se propondrá a la asamblea de obispos españoles a fines de febrero contiene como notas relevantes: la similitud con la metodología de Marx; la subjetivización de lo Revelado; el anarquismo eclesial; y un nuevo cristianismo servil a un mundo laico, secularizado, científico y racional…

 El documento responde al pensamiento de mons. Setién, de mons. Palenzuela, del canónigo González Ruiz, de Ruiz-Giménez, de Enrique Miret, los cuales pretenden descatolizar España, no se sabe por qué, ni para qué, ni en beneficio de quién, como si la Iglesia se hubiera equivocado desde el siglo IV acá…

 Eulogio RAMÍREZ

 

Revista FUERZA NUEVA, nº 478, 6-Mar-1976